Durante una jornada poco convencional en la política local, el alcalde de Monterrey, Adrián de la Garza, se sentó a escuchar propuestas de ciudad formuladas por niños de primaria. Lejos de una escena protocolaria o simbólica, este encuentro representó una nueva forma de participación ciudadana: el diálogo con la infancia como herramienta para construir una ciudad más habitable.
En el marco del programa “Diputaditos Regios”, organizado por la diputada local Lorena de la Garza, alumnos de la Escuela Primaria Profesor Serafín García Dávila compartieron ideas que reflejan preocupaciones concretas y aspiraciones sencillas: más áreas verdes, seguridad, clases de educación física y una mejor movilidad urbana. El evento tuvo lugar en la colonia Contry Tesoro y fue una muestra de cómo las nuevas generaciones no solo sueñan con una ciudad distinta, sino que también están listas para proponer soluciones.
La Infancia También Construye a Monterrey
Uno de los aspectos más relevantes del ejercicio fue el tono del encuentro. En lugar de enfocarse en las carencias o en la narrativa de la necesidad, los estudiantes asumieron el rol de interlocutores activos. Le hablaron al alcalde no como quienes suplican, sino como quienes dialogan, proponen y participan.
Por ejemplo, Tadeo, estudiante de sexto grado, expresó:
“Esto es para mantenernos siempre en movimiento y cuidar nuestra salud en un lugar seguro”.
Con esa frase, refiriéndose a la necesidad de contar con un maestro de educación física, Tadeo no pedía lo que falta, sino que explicaba lo que funciona y puede mejorar. En su carta, se dirigió directamente al alcalde, apelando al bienestar colectivo y al entorno de su escuela como parte de un ecosistema urbano que merece atención.
Adrián de la Garza Reconoce el Valor del Diálogo
La respuesta del edil no fue meramente formal. Adrián de la Garza reconoció la importancia de abrir espacios para escuchar a la niñez y aseguró que analizará cada una de las propuestas. Entre ellas se encuentran demandas que también comparten miles de familias en Monterrey: espacios públicos dignos, seguridad peatonal, más árboles y menos contaminación.
“Escuchar a las niñas y niños nos permite entender mejor cómo perciben su ciudad y qué esperan de nosotros”, señaló el alcalde durante el encuentro.
Más allá del gesto, la disposición a dialogar con este grupo representó un mensaje político claro: la niñez también tiene voz y puede incidir en las políticas públicas.
¿Qué es “Diputaditos Regios”?
El programa “Diputaditos Regios” fue impulsado por la diputada local Lorena de la Garza, quien explicó que la dinámica busca acercar a los menores al funcionamiento de los gobiernos y al diseño de políticas públicas. A través de actividades escolares, los estudiantes pueden redactar propuestas, debatir en sus aulas y luego presentarlas ante representantes del gobierno local.
De la Garza explicó que una de las iniciativas más recurrentes entre los niños es precisamente el regreso de los maestros de educación física, figura que antes era asignada por el INDE (Instituto Estatal de Cultura Física y Deporte) pero que fue retirada por la actual administración estatal.
Con el presupuesto más alto en la historia del Estado aprobado recientemente, la diputada consideró que es posible restituir programas que impactan directamente en el bienestar infantil.
Participación Infantil como Herramienta de Ciudad
Escenarios como el de “Diputaditos Regios” abren una nueva dimensión en la política pública. Tradicionalmente, las infancias han sido vistas como sujetos pasivos dentro de las decisiones urbanas. Sin embargo, cada vez más gobiernos reconocen que escuchar a las y los niños no es solo un acto simbólico, sino una vía para anticipar necesidades, mejorar el entorno y reforzar el tejido social.
Cuando los estudiantes piden más árboles, menos contaminación y ciclovías seguras, no solo hablan desde la ingenuidad infantil, sino desde la experiencia cotidiana de su barrio, su escuela y sus recorridos. Entienden el espacio urbano como parte de su vida diaria y, por lo tanto, son capaces de identificar lo que funciona y lo que no.
Además, este tipo de participación fortalece la educación cívica, la empatía y el sentido de pertenencia. Los niños que participan hoy en estos programas, serán ciudadanos más críticos y proactivos en el futuro.
Del Símbolo a la Política Pública
Uno de los retos ahora será traducir estas propuestas en acciones concretas. Que no se queden en una anécdota, sino que el diálogo con los niños y niñas de Monterrey derive en programas verificables: más áreas verdes por colonia, más espacios recreativos en escuelas y un entorno urbano diseñado también desde la mirada infantil.
En muchos países, los gobiernos locales han creado consejos infantiles, donde se consulta periódicamente a los menores sobre diversos temas, desde el diseño de parques hasta las campañas de reciclaje. Monterrey podría aprovechar esta experiencia para crear un modelo propio y permanente, que no dependa solo de eventos aislados, sino que forme parte de su planeación estratégica.
Una Visión de un Monterrey más Humano
Escuchar a la niñez obliga a repensar la ciudad no solo como un conjunto de calles y edificios, sino como un entorno donde se aprende, se juega, se vive y se sueña. Los niños no ven Monterrey con los ojos de la infraestructura, sino desde la perspectiva de los árboles en su camino a casa, del parque donde pueden correr o de la esquina peligrosa donde no hay semáforo.
Esta visión más humana y sensible puede aportar una perspectiva fundamental para los tomadores de decisiones. Lo que para un adulto es un cruce de avenidas, para un niño puede ser un punto de peligro; lo que para una administración es un presupuesto, para un grupo escolar puede representar la oportunidad de tener clase al aire libre con un profesor especializado.
Monterrey También se Diseña Desde la Infancia
El ejercicio de “Diputaditos Regios” y el diálogo entre el alcalde Adrián de la Garza y los estudiantes de la primaria Serafín García Dávila deja varias lecciones. La principal es que la participación infantil no debe ser vista como un juego, sino como una herramienta de diagnóstico y diseño urbano.
Las propuestas que surgieron no fueron peticiones vacías, sino diagnósticos que reflejan realidades. Y si Monterrey quiere crecer con orden, equidad y bienestar, debe incluir todas las voces: las de expertos, las de adultos mayores, las de jóvenes… y también las de quienes aún están en formación, pero ya están comprometidos con su ciudad.
Al final, una ciudad que escucha a sus niños es una ciudad que se escucha a sí misma.