“EL Gobernador está hipotecando a nuestras futuras generaciones”
Estas palabras fueron declaradas por el entonces Diputado local emecista Samuel García en junio del 2018, luego de que un reportaje de EL NORTE reveló que el Gobernador independiente Jaime Rodríguez había subido en 14 por ciento la deuda estatal que le dejó el priista Rodrigo Medina. Hoy, como Gobernador, Samuel tiene a Nuevo León como el Estado más endeudado del país, y todavía va por más deuda.
De la Crítica a la Hipocresía: ¿Qué Pasó con Samuel García?
En 2018, Samuel García no tuvo reparo en señalar con el dedo a sus predecesores por incrementar la deuda estatal. Aseguraba que él haría las cosas de manera diferente. Sin embargo, la realidad ha demostrado que las promesas se las lleva el viento. Ahora, Nuevo León se encuentra en una situación financiera alarmante bajo su administración.
Los números no mienten. Acerca del saldo total de la deuda, los datos de Hacienda señalan que el Estado, junto con la de sus entes públicos, como Agua y Drenaje y la Red Estatal de Autopistas, sumó 97 mil 559 millones de pesos al cierre del 2023. Estos números ubican a Nuevo León en el segundo lugar nacional con más endeudamiento absoluto, después de la Ciudad de México.
Es evidente que no es lo mismo ver los toros financieros desde la barrera que lanzarse al ruedo de la Administración estatal. Samuel García ha demostrado que criticar es fácil, pero gestionar con responsabilidad y coherencia es otra historia. La promesa de no endeudar más al estado se ha convertido en una amarga ironía para los ciudadanos de Nuevo León.
Las Consecuencias de la Deuda
El aumento de la deuda no solo hipoteca el futuro de Nuevo León, sino que también pone en riesgo la calidad de vida de las generaciones venideras. El incremento del endeudamiento significa menos recursos para inversiones en áreas esenciales como educación, salud e infraestructura.
¿Qué nos Depara el Futuro?
La pregunta que queda en el aire es: ¿Qué pasará con Nuevo León en los próximos años? La gestión de Samuel García ha dejado mucho que desear y el estado enfrenta un futuro incierto. Las promesas rotas y la falta de coherencia en sus políticas financieras son un recordatorio de que las palabras sin acciones concretas son solo eso: palabras.
La ciudadanía de Nuevo León merece líderes que cumplan sus promesas y gestionen los recursos con responsabilidad. ¿Será Samuel García capaz de redimirse y enderezar el rumbo, o estamos condenados a ver cómo sigue hipotecando nuestro futuro?
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