A partir del 28 de junio de 2025, entrará en vigor en España la Ley 11/2023, derivada de la Directiva Europea sobre accesibilidad. Esta legislación obliga a que todos los cajeros automáticos nuevos, y progresivamente los ya existentes, adopten mejoras que garanticen el uso por parte de personas con discapacidad y adultos mayores sin necesidad de asistencia externa.
El objetivo es claro: hacer que los servicios bancarios básicos sean accesibles para todos, en un entorno donde la digitalización y la autonomía individual son cada vez más importantes. Las adecuaciones, que se aplicarán de manera gradual hasta el año 2030, representan un paso firme hacia una banca inclusiva.
Los Cambios en los Cajeros Automáticos
Entre las principales adaptaciones que introduce la nueva norma, se encuentran tres elementos clave:
- Pantallas con alto contraste y tipografía clara: Los cajeros deberán contar con monitores que faciliten la lectura a personas con baja visión, utilizando letras grandes y menús más intuitivos acompañados de íconos comprensibles.
- Asistencia auditiva: A través de una conexión para audífonos, los nuevos cajeros ofrecerán una guía por vozque facilite las transacciones a personas con discapacidad visual o dificultades cognitivas.
- Teclados con relieve táctil: Se implementarán botones en alto relieve, lo que mejorará la experiencia de uso para personas con discapacidad visual o problemas de motricidad fina.
Es importante destacar que estos elementos no alteran las operaciones comunes de un cajero: retiro de efectivo, consulta de saldo, pago de servicios, depósitos o recargas móviles. La finalidad no es cambiar el funcionamiento, sino facilitar el acceso a las mismas funciones para más sectores de la población.
🔔 En España, los cajeros serán más accesibles desde el 28 de junio: pantalla con alto contraste, guía por voz 🎧 y botones en relieve.
— Informe Regio (@InformeRegioNL) June 11, 2025
🇲🇽 En México, aún no hay cambios…
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¿Qué Pasa en México?
Aunque esta transformación ha generado expectativas y reacciones positivas en Europa, en México aún no existe una iniciativa comparable a nivel federal. Si bien algunos bancos han implementado cajeros con características accesibles, estos son casos aislados y no responden a una política pública generalizada.
Actualmente, en nuestro país persisten barreras para muchas personas, sobre todo en zonas donde el acceso a sucursales es limitado y los cajeros automáticos son el único contacto con servicios bancarios. Las personas con discapacidad visual, auditiva o motriz enfrentan obstáculos que van desde interfaces poco intuitivas hasta falta de apoyo técnico.
¿Podría México adoptar un modelo similar? La respuesta parece depender más de la voluntad política y de la presión ciudadana que de la viabilidad técnica. Las instituciones bancarias cuentan con los recursos y la tecnología, pero sin una regulación clara, no existe un incentivo real para realizar estos cambios de manera generalizada.
Adaptaciones Urgentes y Necesarias
México ha avanzado en temas de inclusión, pero todavía enfrenta enormes retos para garantizar accesibilidad universal. El caso de los cajeros automáticos es solo un ejemplo de cómo la falta de regulación puede profundizar la brecha entre quienes acceden fácilmente a servicios financieros y quienes dependen de terceros.
Para muchas personas adultas mayores, hacer un retiro o consultar su saldo es una tarea que requiere acompañamiento, ya sea por temor al mal funcionamiento del cajero, o por dificultades para leer la pantalla. Lo mismo sucede con personas con discapacidad que, ante interfaces no adaptadas, terminan excluidas de un derecho básico: el acceso a su propio dinero.
Además, la inclusión no debe entenderse únicamente como una obligación social, sino también como una oportunidad económica. Adaptar los servicios financieros a públicos más amplios puede mejorar la experiencia del cliente, fomentar la bancarización y, en consecuencia, fortalecer el sistema financiero en general.
Reflexión Final
España ha dado un paso importante con la Ley 11/2023 para adaptar los cajeros automáticos a una realidad más diversa y justa. En México, la pregunta no es si podemos hacerlo, sino cuándo decidiremos hacerlo.
No se trata de una modernización superficial, sino de garantizar autonomía y dignidad a sectores que históricamente han sido relegados. La tecnología ya existe, la necesidad también. Falta el impulso político y la voluntad para construir una banca verdaderamente inclusiva.